Fotografía de Jean-François Boclé. Autor no identificado.


Jean-François Boclé (1971), nacido en Martinica y radicado en París, se ha convertido en una figura esencial en la exploración artística de la violencia, la memoria y la resistencia en el contexto caribeño. Su obra desafía las narrativas tradicionales sobre el Caribe y su diáspora, interrogando las cicatrices históricas dejadas por la colonización, el esclavismo y la manera en que se han configurado identidades y culturas en constante estado de negociación.

Boclé, formado en la École nationale supérieure d’art de Bourges y la École nationale supérieure des Beaux-Arts de París, así como en Literatura Moderna en la Sorbona, ha construido una trayectoria interdisciplinaria que lo posiciona en la vanguardia del arte contemporáneo. Sus prácticas artísticas abarcan la instalación, la performance, el video, la pintura y la escritura poética, utilizando una amplia gama de técnicas mixtas que le permiten abordar de manera compleja y multifacética los temas que le obsesionan: la explotación, la opresión y la supervivencia.

Imágenes de “Political Jam”. Instalación, performance y culinaria participativa. (2016).

La obra de Boclé es profundamente política y está impregnada por la memoria del colonialismo. Este artista martiniqués desafía la pasividad del espectador, invitándolo a confrontar las realidades pasadas y presentes de la violencia estructural y sistémica. Su enfoque conceptual puede entenderse a través de lo que él denomina “Canibalismo etimológico”, un término que hace referencia al entrelazamiento violento y cultural del Caribe con las potencias coloniales. Este concepto subyace en obras que confrontan el pasado colonial y su eco en el presente global, destacando la capacidad del Caribe para absorber, transformar y devolver esas influencias en una especie de antropofagia cultural y simbólica. Boclé, al manipular estos materiales cargados de significación histórica, convierte su práctica en un acto de resistencia y de reconfiguración del poder.

Imagen de “Manifiesto Bananero”. Serie de 15 pinturas. (2010).

En el trabajo de Boclé, la tecnología no se limita a ser una herramienta, sino que se convierte en un medio esencial para articular un discurso crítico sobre la modernidad y sus legados coloniales. La utilización de equipos multimedia en sus instalaciones, como monitores de video, proyectores, sistemas de sonido y tecnologías interactivas, le permite construir experiencias inmersivas que trascienden los límites de la representación visual tradicional. Estas tecnologías no solo facilitan la creación de atmósferas multisensoriales, sino que también permiten que las obras de Boclé se activen de maneras que implican al espectador, forzándolo a una confrontación directa con los temas abordados.

Tout doit disparaître!” (2004).

Entre las obras más representativas de Boclé, destaca la ya mencionada “Tout doit disparaître!” (2004), una instalación que alude al mercado de esclavos y a las prácticas comerciales contemporáneas, estableciendo una dolorosa conexión entre el pasado colonial y la explotación moderna. 

La obra de Boclé está atravesada por temáticas que cuestionan la historicidad de la violencia y sus manifestaciones en el mundo contemporáneo. El artista examina la imposición cultural, la diáspora, la explotación económica y el racismo, creando un espacio para repensar las relaciones de poder y la identidad. Su trabajo no solo denuncia, sino que también imagina nuevas posibilidades de ser y de comunidad, cuestionando las fronteras impuestas entre lo endógeno y lo exógeno. Boclé nos invita a reflexionar sobre un “nosotros” inclusivo y resistente, enraizado en la historia pero proyectado hacia un futuro emancipador.

Imágenes de “Zones d'attente”. Fotografía a color de la intervención en el espacio público Zones d’attente realizada en las aceras del distrito 3 de París. 10 figuras humanas y coordenadas geográficas del Atlántico Negro. © Jean-François Boclé /Adagp. (2003-2005).

La obra “Zones d'attente” (2003), por ejemplo, una intervención performativa que explora conceptos de marginalización, desplazamiento y el impacto psicológico de los espacios de espera —especialmente aquellos en contextos de migración y desplazamiento forzado—, el artista crea un espacio simbólico de espera en un entorno público, donde, a través de su propio cuerpo y acciones, busca involucrar al espectador en una experiencia de observación e introspección sobre la incertidumbre y la exclusión, genera una profunda reflexión sobre el sistema político y social que permite o perpetúa esta situación de exclusión. La obra se convierte en una crítica a las políticas de inmigración y los sistemas burocráticos que restringen la movilidad, así como al racismo y la xenofobia que enfrentan los migrantes en los países receptores.

Imagen de “Outre-mémoire”. Instalación. (2004)

La obra de Jean-François Boclé es una constante interrogación del pasado colonial y su impacto en las sociedades contemporáneas, especialmente en el contexto del Caribe insular. Este enfoque vincula el análisis histórico con una práctica artística profundamente comprometida, reflejando una gran capacidad para integrar diversos medios y tecnologías en la construcción de un discurso visual y performativo que cuestiona las narrativas hegemónicas y ofrece nuevas formas de entender la relación entre el arte, la historia y la memoria. 

Jean-François Boclé se sitúa como un cartógrafo del trauma y la resistencia en el Caribe, utilizando su práctica artística para mapear las complejidades de la identidad, la memoria y la lucha en un mundo postcolonial: nos ofrece un ejemplo contundente de cómo las prácticas artísticas contemporáneas pueden servir para mapear y reimaginar el Caribe desde la resistencia y otras maneras de pensar el contexto simbólico.

Tout doit disparaître!”. (2001)

Imágenes de “Tout doit disparaître!” (2004).

Desde su instalación icónica “Tout doit disparaître!” (2004), donde un millón de bolsas de plástico azules cubren el suelo evocando la inmensidad del océano y la tragedia de la trata de esclavos, hasta sus intervenciones en espacios públicos que reconfiguran el paisaje urbano con referencias a la resistencia y la violencia colonial, Boclé materializa el trauma histórico en formas estéticamente poderosas y conceptualmente agudas. Podemos relacionar esta obra a un discurso necesario tocado por artistas de la talla de Tony Capellán, a quien recordamos por una de sus obras más importantes, “Mar Caribe” (1996).

La instalación “Tout doit disparaître!” (2004), se configura como una obra emblemática dentro de su corpus artístico, en la que convergen elementos visuales y conceptuales para articular un comentario crítico sobre la historia colonial y la diáspora africana en el Caribe. Esta obra monumental, compuesta por un millón de bolsas de plástico azules distribuidas en el suelo como un mar estático, se erige como un cuasimemorial que recuerda las vidas perdidas en el océano Atlántico durante la trata transatlántica de esclavos. A través de un lenguaje visual minimalista pero profundamente simbólico, Boclé invita al espectador a contemplar la magnitud del trauma histórico, al tiempo que subraya la persistencia de las estructuras de explotación en el presente.

Tout doit disparaître! / Everything Must Go!”. (2015)

Imagen de “Tout doit disparaître! / Everything Must Go!”. (2015)

El título de la obra, “Tout doit disparaître!” (en español, “¡Todo debe desaparecer!”), resuena con una urgencia que alude tanto a los procesos históricos de desaparición —en este caso, la desaparición forzada de cuerpos africanos en el Atlántico— como a la lógica contemporánea del consumismo desenfrenado que exige la constante eliminación de lo viejo para dar paso a lo nuevo. Boclé juega con esta dualidad para trazar un paralelismo entre el pasado colonial y el presente neoliberal, sugiriendo que las dinámicas de explotación, violencia y eliminación no han sido superadas, sino que se han reconfigurado en nuevas formas dentro del sistema capitalista global. Las bolsas de plástico, un elemento cotidiano y desechable, se transforman en la instalación en símbolos de la vida humana convertida en mercancía, infladas con aire como si estuvieran llenas de un aliento que es simultáneamente vital y fútil. El color azul, que recuerda la vastedad del océano, se convierte en un campo cromático que evoca tanto la belleza natural del mar Caribe como su oscura historia de muerte y sufrimiento. De este modo, Boclé convierte el espacio expositivo en un abismo simbólico, un lugar donde lo irrepresentable —las incontables vidas arrancadas por la violencia esclavista— se vuelve visible, tangible, pero también inabarcable en su totalidad. 

En términos metodológicos, la obra emplea la repetición y la acumulación como estrategias visuales que intensifican su impacto conceptual. Al presentar un millón de bolsas de plástico, Boclé no solo ilustra la escala de la catástrofe histórica, sino que también subraya la imposibilidad de cuantificar o representar completamente la magnitud del sufrimiento humano implicado en la trata de esclavos. Esta estrategia resuena con el concepto de lo “innumerable” en la obra de Boclé, donde las pérdidas son tan vastas que desafían cualquier intento de ser plenamente comprendidas o memorizadas. Así, la instalación funciona como un “antimonumento” que, en lugar de conmemorar de manera convencional, confronta al espectador con la abrumadora realidad de una historia que sigue siendo profundamente perturbadora.

Esta obra puede ser entendida como una cartografía afectiva y conceptual del Atlántico Negro, un espacio que, en la obra de Boclé, se transforma en un paisaje de dolor y resistencia. A través del uso de un material tan banal como el plástico, Boclé traza una cartografía de la memoria que desafía las fronteras entre el pasado y el presente, entre lo personal y lo colectivo. Su obra nos obliga a reconsiderar no solo cómo mapeamos el Caribe, sino también cómo entendemos los procesos históricos y sus legados en la actualidad.

“En el museo del pueblo”. Instalación. (2016)

Imágenes de “En el museo del pueblo”. Instalación. (2016)

En esta obra, el artista revive la cultura Ballroom que surgió en Harlem a principios del siglo XX como un relato sobre danza, música, libertad y, al mismo tiempo, de represión. Todo esto, mediante la activación de videos rescatados en youtube, por Madre Lasseindra Ninja (un referente de esta expresión cultural) entrelazados y proyectados sobre la pared cubierta por láminas MDF. Estas alusiones corporales y ritmos pixelados, todos operando en un espacio restringido, cercado, pareciendo manifestar las fronteras y al mismo tiempo jugando con ellas, resaltando una vez más la cuestión de la reapropiación cultural.

Mermelada Política”. Instalación. (2016)

Imagen de “Mermelada Política”. Instalación. (2016).

Esta obra representa la memoria de la violencia de las bananeras ocurridas en el Caribe colombiano a finales de la década de 1920, donde, paradógicamente, un fruto tan frágil y exótico como el banano encarna una trágica historia de sometimiento, explotación, genocidio y toxicidad del medio social y natural. Su hipersensibilidad hacia este tema queda plasmada en una frase suya que encontramos en una conversación del artista con el gestor de arte colombiano Jaider Orsini que reza: «Si mi América ha sobrevivido, en parte, al primer paso de un Cristóbal Colón y a los muelles de puertos (in) humanos, si América ha sobrevivido a ella misma en los siglos siguientes, es porque el hombre ha inventado allí un ‘dejarse atravesar’ por la violencia, la toxicidad, condición de la constitución de un “nosotros” americano». (2017).

NOTA: Referencia de la cita: Jaider Orsini. (2017, 22 de diciembre). Artishock revista. https://artishockrevista.com/2017/12/22/jean-francois-bocle/

Tears of Bananaman”. Instalación. (2012-2019)

Imágenes de la obra “Tears of Bananaman”. Instalación. (2012-2019). En estas imágenes se aprecia la degradación de las bananas.

La instalación “Tears of Bananaman” —una de las más conocidas— se vuelve una obra potente que enfrenta los legados coloniales y las realidades contemporáneas de la región a través de la metáfora visual y la crítica sociopolítica. Boclé, con una sensibilidad aguda hacia las dinámicas de poder y explotación, construye una instalación que no solo denuncia las cicatrices de la historia colonial, sino que también interroga las estructuras neocoloniales que perpetúan la violencia en el presente. Esta obra presenta una metáfora del banano como elemento exótico de representación que se vincula a la explotación colonialista. La instalación utiliza como punto de partida el banano, una fruta que, a primera vista, evoca imágenes de abundancia tropical, pero que en su contexto histórico está cargada de significados más oscuros. 

Boclé utiliza 300 kilos de plátanos para esculpir la figura de un hombre acostado boca abajo, en una posición que recuerda la de un cadáver. La decisión de emplear una fruta perecedera como medio artístico es significativa: a medida que los plátanos se pudren, la escultura misma se deteriora, sugiriendo la fragilidad de las vidas y economías que dependen de esta industria. 

Maurizio Cattelan. “Comediante”. (2019). Fuente: historia-arte.com

Esta obra contrasta en un mundo capitalista que legitima obras como “Comediante”, de Maurizio Cattelan, que se venden en miles y miles de dólares. Esta obra dialoga con la historia de la conquista y la extracción de esclavos de África para evidenciar nuestras construcciones acerca del Caribe insular y los procesos simbólicos que hemos pasado. Algunas de las bananas de esta obra tienen inscripciones como “Eat your Liberty”, “Smile or die” y “Garbage tropics”, lemas cargados de ironía, evocando los discursos imperialistas y publicitarios que han moldeado la percepción del Caribe como un paraíso tropical, desprovisto de historia y conflicto. 

En casi todo el cuerpo de trabajo del artista, la muerte en uno de los temas centrales. La memoria de violencia que casi siempre ocultamos, sale a relucir como propuesta artística, reconfigurando los imaginarios que hemos construido. La asociación de esta imagen con el Caribe no es casual; el artista alude directamente a episodios históricos de violencia extrema, como la masacre de Ciénaga en 1928, cuando las tropas del gobierno colombiano, bajo presión de la United Fruit Company, asesinaron a cientos de trabajadores bananeros que exigían mejores condiciones laborales. Esta referencia sitúa la instalación de Boclé dentro de una narrativa más amplia sobre la resistencia y la represión en las economías de plantación. La base de madera que sostiene la figura, con su doble función de ataúd y soporte, refuerza esta conexión con la muerte y el sacrificio. El cuerpo esculpido en plátanos es una metáfora de los trabajadores cuyos cuerpos han sido explotados y descartados por una economía global que los ve como instrumentos desechables. El proceso de descomposición de la escultura, visible a lo largo de la exposición, intensifica esta lectura, sugiriendo que la historia de la explotación en el Caribe no es solo cosa del pasado, sino una herida abierta que continúa infectándose.

En el contexto del discurso de nuestro trabajo, la obra de Boclé se posiciona como un ejemplo paradigmático de cómo los artistas contemporáneos del Caribe están utilizando el arte conceptual y las instalaciones para criticar las realidades sociopolíticas de la región. “Tears of Bananaman”, no solo se enfrenta al legado colonial, sino que también utiliza tecnologías contemporáneas de exhibición y preservación para confrontar a los espectadores con las realidades del presente. El uso de materiales perecederos, junto con el carácter efímero de la obra, cuestiona las nociones tradicionales de durabilidad y valor en el arte, y al mismo tiempo ofrece un comentario mordaz sobre la caducidad de las vidas y culturas que han sido subsumidas por el capitalismo global.

Detalle de la obra “Tears of Bananaman”. Instalación. (2012-2019).

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