La Plástica Dominicana”. Colectivo Shampoo. (2005) Fotografía de Jaime Guerra.

Era una silla plástica, de esas que veo por ahí.

—Por Ángel Rosario.


En 2005, el Colectivo Shampoo presentó la instalación “La Plástica Dominicana” en la XXIV Bienal Nacional de Artes Visuales, celebrada en el Museo de Arte Moderno de Santo Domingo. Esta obra no solo capturó la atención por su propuesta estética, sino que también abrió una ventana para cuestionar el significado de lo “dominicano” en una época de creciente globalización y homogeneización cultural. En el contexto actual, la representación de una silla plástica en la carátula del álbum de Bad Bunny “Debí tirar más fotos” resuena con las mismas interrogantes planteadas por el colectivo, pero con nuevos matices.

La Plástica Dominicana”. Colectivo Shampoo. (2005) Fotografías de Jaime Guerra

La carátula del disco de Bad Bunny, que muestra dos sillas plásticas acompañadas de matas de plátano en el fondo, captura una tensión entre lo industrial y lo orgánico, entre lo caribeño y lo global. La silla plástica, omnipresente en cualquier rincón del Caribe, se ha convertido en un ícono oficial de la vida cotidiana: desde los colmadones, pasando por las reuniones familiares improvisadas, los funerales o las convenciones de partidos políticos. Sin embargo, su ubicuidad también plantea preguntas incómodas: ¿qué significó que esta imagen sustituyera a la tradicional silla de guano, elaborada por artesanos con materiales autóctonos? La respuesta parece estar en la convergencia de una estética postmoderna y una cultura globalizada que privilegia lo funcional sobre lo significativo.

La Plástica Dominicana, como pieza y como título, anticipó muchas de estas reflexiones. El doble sentido del término “plástica”, que alude tanto a las artes visuales como al material sintético, es una declaración de intenciones. En un país donde la artesanía tradicional lucha por sobrevivir frente a productos industriales importados, la obra se convirtió en un espejo de nuestra realidad sociocultural. La silla de guano no solo simboliza resistencia, sino también identidad: un objeto hecho a mano que lleva consigo las huellas del tiempo y del territorio. En contraste, la silla plástica es el emblema de una modernidad accesible pero desprovista de raíces.

Miguel de Mena, en su artículo La dominicanidad según el Colectivo Shampoo, señala: “El Colectivo Shampoo no se plantea los apocalipsis de entonces, ni tampoco se propone pedagogía alguna, en el sentido del realismo socialista. Ciertamente, son hiperrealistas, tanto así que llegan a la piel misma de las dominicanidades dominantes”. Es en esta característica donde reside la fuerza de su trabajo: Shampoo no intenta emitir juicios morales ni trazar un camino hacia una supuesta redención cultural. Como destaca Miguel de Mena, editor de Cielo Naranja, “El Colectivo Shampoo: en esencia es un proyecto artístico, por lo tanto, lúdico. No se propone explicar, sino algo peor: celebrar”.

Esta celebración de lo cotidiano, con toda su carga de contradicciones, también se alinea con lo que representa la silla plástica en el Caribe contemporáneo. Es un objeto tan presente que, aunque parece despojado de significado, está cargado de narrativas: desde el pragmatismo de lo funcional hasta la crítica implícita hacia la pérdida de lo autóctono. Según Miguel de Mena, “no es que lo dominicano sea únicamente lo festivo, pero es ahí donde más mostramos nuestra conciencia de los límites, en el representarnos públicamente”. Este carácter festivo y lúdico, presente tanto en “La Plástica Dominicana” como en la carátula de Bad Bunny, evoca una resistencia cultural que, más que buscar respuestas, se permite hacer preguntas.

Quien busca, encuentra”. Franz Caba. (2024).


El artista dominicano Franz Caba, quien también ha trabajado el tema de la silla plástica, aporta una perspectiva singular sobre su significado en la cotidianidad dominicana. Caba reflexiona: «Me gusta mucho la frase de: “No es lo mismo llamar al diablo que verlo llegar”. Para alguien que vive pensando en escenarios catastróficos, “el diablo”, siempre que aparece, se ve escuálido ante su referente imaginario; sin embargo, no deja de ser una visita poco grata. Parecerá extraño, pero de las pocas cosas que me consuelan ante los momentos difíciles es saber que afuera de la Embajada Norteamericana alquilan sillas pa’ uno sentarse”». Esta imagen, cargada de ironía y resignación, subraya cómo la silla plástica se convierte en un refugio simbólico en medio de las tensiones sociales y económicas.

Esta dicotomía entre lo autóctono y lo industrial no es nueva, pero adquiere una relevancia singular en el Caribe, donde la identidad siempre ha sido una mezcla caleidoscópica de influencias. La estandarización que trae consigo la industrialización amenaza con borrar esos matices, diluyendo la cultura caribeña en un cóctel global donde la especificidad local pierde fuerza. La coincidencia de estas representaciones —La Plástica Dominicana y la carátula de Bad Bunny— subraya cómo, objetos tan mundanos como una silla pueden ser catalizadores de profundas reflexiones culturales.

Portada del álbum “DeBÍ TiRAR MáS FOToS”, de Bad Bunny. (2025)

El impacto de estas sillas trasciende lo visual: nos invitan a repensar las consecuencias de nuestras elecciones culturales y a evaluar qué aspectos de nuestra identidad estamos dispuestos a sacrificar en el altar de la modernidad. La silla plástica, en su accesibilidad, habla de adaptación, mientras que la de guano, en su labor artesanal, simboliza resistencia y memoria. Ambas, sin embargo, son testigos de un Caribe que lucha por balancearse entre el pragmatismo de lo global y la necesidad de preservar lo local. En última instancia, esta tensión nos confronta con una elección crucial: ¿Optaremos por convertirnos en simples consumidores de lo uniforme o nos atreveremos a reclamar una identidad que abrace la complejidad de nuestras raíces? La silla está ahí, esperando que decidamos cómo queremos sentarnos ante el futuro.


Enlaces de interés: 

  1. Artículo: “La dominicanidad según el Colectivo Shampoo”. Miguel D. Mena. (2008).
  2. Artículo: “Breve ensayo sobre la silla plástica”. Claudio Mena. (2022).
  3. Artículo: “La dominicanidad según el Colectivo Shampoo”. Miguel D. Mena. Revista Global. 
  4. Instagram del artista Franz Caba